La personalidad, o el sello, la marca que nos distingue de los demás, aquello que caracteriza nuestro patrón individual de pensamientos, sentimientos y conductas (lo que pensamos, sentimos y hacemos) fue siempre motivo de estudio de los psicólogos para tratar de explicar por qué somos como somos.
Los diferentes estudios sobre la personalidad tratan de identificar cuáles son las características más importantes de la personalidad. Ya sabemos que algunos le dan más crédito a las características del ambiente como la familia o el contexto socioeconómico, y otros le dan mayor importancia a lo heredado. Por ello existen varias teorías que pretenden explicar cómo se forma la personalidad. En principio podemos pensar que si los mismos estudiosos sicólogos no se ponen de acuerdo, menos podrían hacerlo los alumnos; sin embargo, resultan realmente apasionantes las diferencias y similitudes que se manifiestan en unas y otras. Es importante recordar que todas estas teorías siguen métodos sicológicos (científicos).
Las diferentes teorías pueden agruparse en cuatro categorías, ellas son:
Las teorías psicodinámicas: que consideran que el origen de la personalidad se encuentra en los motivos y conflictos inconscientes.
Las teorías humanistas: consideran que la personalidad es el resultado de la lucha permanente del individuo por alcanzar la perfección.
Las teorías de los rasgos: clasifican y describen las formas en que difieren la personalidad.
Las teorías cognoscitivo-sociales: consideran que la personalidad es el producto de la manera en que concebimos, operamos y respondemos al ambiente.
Las teorías cognoscitivo-sociales: consideran que la personalidad es el producto de la manera en que concebimos, operamos y respondemos al ambiente.
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